top of page
Incora adjudica

La Historia Oficial

El Incora, hoy Agencia Nacional de Tierras, adjudica a los campesinos

La historia de la finca Las Guacharacas comenzó en 1968. Desde esa época tuvo varios dueños, hasta que llegó, en 1981, a manos de la empresa Cultivos y Ganados Guacharacas Ltda., propiedad de los dueños de Arroz Diana. Se plantó arroz en la mayoría de las 2.072 hectáreas.

​

Sin embargo, el conflicto armado obligó a sus propietarios a abandonar la finca y, en abril de 1997, el Incoder se la entregó a 151 campesinos, quienes, apoyados por el Gobierno, compraron la tierra.

 

Los beneficiarios recibieron créditos del Estado y crearon la Empresa Comunitaria Guacharacas, una sociedad que por ley tenían que constituir para tomar decisiones sobre los terrenos que les había entregado el Estado bajo la Ley 160 de 1994 (que reguló los baldíos). Una norma que los comprometió a trabajar la tierra para pagarle los créditos al Gobierno y a que en 12 años no podían vender su propiedad si no contaban con el aval de la junta directiva del Incoder –liquidado en 2015–.

Aparecen compradores

Aparecen compradores de la mano de funcionarios públicos

En 2005 empezaron las dificultades para cumplir con el pago de los créditos y el Banco Agrario comenzó un proceso administrativo contra los campesinos. Tres años más tarde fue cuando, (…) aparecieron Édgar Rueda y Guillermo Forero.

​

Tanto Rueda como Forero, el primero funcionario de Incoder para la época y el segundo ya retirado, atemorizaron a la gente de Las Guacharacas al decirles que tenían que vender sus tierras, porque el Estado se las iba a quitar a raíz de la deuda que no estaban cumpliendo.

 

Forero y Rueda, les presentaron al señor Mario Gutiérrez para que vendieran sus propiedades. La negociación se adelantó y el 18 de abril de 2008 se firmó la promesa de compraventa. Quienes consignaron sus firmas fueron Víctor Oliveros, como representante legal de la Empresa Comunitaria Guacharacas –apoderada de los 130 campesinos que decidieron vender el 86 % de las 2.072 hectáreas–, y Mario Gutiérrez, como representante legal de la recién constituida Empresa Agrícola Guacharacas, una sociedad que se creó 11 días antes de concretar el negocio con un capital de $12 millones (el 0,1 % de lo estipulado en el negocio).

Campesinos caen enla trampa

Los campesinos caen en la trampa

La venta de la finca Las Guacharacas se pactó por un valor de $11.000 millones, de los cuales se entregarían de inmediato $890 millones para los 130 vendedores y se destinarían, en dos meses, alrededor de $720 millones para pagar la totalidad de los créditos que se debían a Finagro. El 4 de abril de 2009 se firmó un otrosí en el que cada campesino aceptaba que le habían pagado $10 millones y que el lote se desalojaría el 5 de junio de 2009. El 27 de agosto de 2009, ante la Notaría 76 de Bogotá, se firmó la escritura pública 2688. Ese mismo día también los compradores firmaron una hipoteca sobre el inmueble para garantizar su pago.

​

Para comprobar sus señalamientos, el abogado de la Empresa Comunitaria Guacharacas le mostró a El Espectador un estudio de títulos hecho por el BBVA, el mismo banco al que Gutiérrez y sus socios recurrieron para obtener un crédito y así pagar la plata que se debía a los campesinos. El Espectador comprobó con el banco que el documento es legítimo.

 

La entidad financiera, al darse cuenta de que existía un proceso de hipoteca a favor de la Caja Agraria –hoy Banco Agrario–, señaló que no había posibilidad de negociar el predio. Además, a mediados de 2016, el Incoder reiteró que un acto administrativo como una hipoteca suspendía el plazo de los 12 años para poder vender el inmueble.

Un nuevo socio

Un nuevo socio

Posterior a la firma del negocio apareció un nuevo socio en la Empresa Agrícola Guacharacas. Se trataba de Luis Guillermo Cortázar, un empresario de Bogotá que maneja repuestos de llantas para el servicio de transporte integrado de la capital.

​

Gutiérrez explicó al El Espectador que se metió en el negocio luego de que los primeros socios de Gutiérrez, unos arroceros del Tolima, se hicieron a un lado. Él, asegura, invitó a Víctor Raúl Martínez –otro empresario del sector de transporte masivo– y al agrónomo Silverio Vega a que se unieran y constituyeran un proyecto agrícola rentable. Ya con la posesión de la finca, compraron maquinaria pesada, adecuaron el terreno y comenzaron sus labores. 

Funcionario del Incoder

Participación de funcionarios del extinto Incoder

En noviembre de 2016 El Espectador indagó sobre Édgar Rueda, quien, según los campesinos, fue uno de los funcionarios del Incoder que los presionó para vender la finca Las Guacharacas. Rueda trabaja en el Incoder y es vicepresidente del sindicato. Él y el primer comprador de Las Guacharacas, Mario Gutiérrez, figuran en la venta de 280 cabezas de ganado, en diciembre de 2009; es decir, cuatro meses después de que se firmó la escritura de Las Guacharacas. Al ser consultado sobre el tema, Rueda respondió que, si bien había estado en la zona por motivos de su trabajo, nunca presionó a los campesinos para que vendieran sus tierras.

​

Asimismo, Rueda precisó que su caso está en indagación en la Procuraduría y que sólo ante jueces dará explicaciones. Además de la venta de ganado en la que también participó Mario Gutiérrez, la compañía de este (Empresa Agrícola Guacharacas) registra en su contabilidad un pago de $60 millones a su hijo, Juan Camilo Rueda. Cuando El Espectador le preguntó a Édgar Rueda al respecto, el funcionario del Incoder colgó el teléfono y no volvió a contestar. Una situación similar sucedió en la Superintendencia de Sociedades durante una audiencia el 27 de mayo de este año. Édgar Rueda se comunicó por Skype, pero al final, señaló la Supersociedades, hubo “renuencia del testigo” a hablar.

​

Guillermo Forero es el otro exfuncionario del Incoder que, según varios campesinos, los engañó para que vendieran sus tierras. Fue jefe jurídico de esa entidad entre agosto de 2004 y abril de 2006; luego se convirtió en abogado y asesor en temas de tierras. Vía correo electrónico, Forero accedió a resolver las preguntas de los periodistas de El Espectador. Dijo que asesoró a la Empresa Agrícola Guacharacas en la compraventa de la finca, que se concretó en 2009. Su firma también aparece en la promesa de compraventa que se hizo en 2008, dos años después de que él salió del Incoder.

Contenido elaborado por Charris - Morales  Sáenz Asociados S.A.S.

Fuente externa Periódico El Espectador, noviembre de 2016.

haciendaguacharacas@gmail.com

Bogotá - Colombia. 2020. 

bottom of page